VASO DE ELECCION

" El desarrollo de las nuevas tecnologías, y en su dimension más amplia, el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en su singularidad de su ser y un estímulo para el debate y el diálogo.Pero constituyen también una gran oportunidad para el creyente.Ningun camino, puede ni debe estara cerrado a quien a nombre de Cristo resucitado se compromete a hacerse cada vez más cerca del ser humano. Queridos sacerdotes os renuevo la invitación para asumir con sabiduria las oportunidad específica que ofrecen los nuevos medios de comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados comunicadores de la Buena Noticia en la nueva "agora" que han dado a luz los nuevos medios de comunicación" (Mensaje Papa Benedicto XVI para la 44a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.24 de enero 2010)

Asumimos como nuestro la invitación de su santidad. Este blog es una contribución de mi papel como laico en este AÑO SACERDOTAL. "Vaso de elección" : así el Señor señaló a Pablo, antes del inicio de su vida apostólica.Los sacerdotes son, en gran medida, vasos de elección. Quisiera en este blog dar testimonio de sacerdotes que en la Diocesis de Valparaíso han sido "vasos de elección" .Hombres que Dios a elegido para ser ministros de su Palabra. Como se dijo de san Alberto Hurtado "un fuego que encendía otros fuegos"
Publicado por Raul Providel Sanhueza en 19:57

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martes, 26 de enero de 2010

PADRE LUIS FERNANDEZ. MODELO DE AMOR A LA EUCARISTIA


SU INFANCIA.


Nace un día 3 de Octubre de 1925 en la ciudad de Valderas, provincia de León al norte de España. Era un pueblo pequeño con no más de 3.000 habitantes dedicados en forma casi exclusiva al trabajo agropecuario  y con una fuerte tradición religiosa. Su padre un modesto comerciante don Luis Fernández  Cuñado y su madre doña Isabel Carnero  Guerrero tuvieron cinco hijo. Tres de  ellos  murieron a temprana edad, sobreviviendo Luis y su hermano menos Pedro.

La infancia del padre Luis son recuerdos de su casa familiar de la calle Ramón  y Cajal.la plaza  del pueblo fue  para el  pequeño Luis  el lugar de  sus juegos infantiles y los paseos junto a su madre

Inicia sus estudios en la Escuela Primaria de Valderas siendo su primera maestra una educadora con un nombre muy singular: doña Fe. Se destaca como el primero de a clase.

SU VOCACION.

Es la época también en que su vocación mariana echa sus primeras raíces. Su madre era una mujer de mucha fe y oración, gran devota de la patrona del pueblo, la Virgen Ntra. Sra. del Socorro. Todos los días al atardecer, en la hora del Ángelus, rezaba el Santo Rosario junto al pequeño Luis.

Su vocación religa se va apoyando por otros miembros de  la familia ya consagrados. Una tía y  una prima religiosa y su tio Ildenfonso, canónigo de la catedral de  Madrid.

Este último siendo párroco en una iglesia en la zona montañosa, invitaba a su sobrino Luis a veranear, quien se sentía feliz de ayudar a diario a su tío como acólito. Contaba ya el pequeño Luis con nueve años de edad y siempre en su vida recordó a su tío con un cariño agradecido

En 1936 tiene sus primeros contactos con los hermanos   maristas de Cataluña. Ingresa como internado en las Casas  de Formación  de la Congregación Maristas con un sistema de mucha disciplina y rigidez que fue formando su época prejuvenil ,no exenta de mucho estudio  y trabajo .

A  los 14  años, viste su primera sotana y el famosos “babero” marista abrazando así n forma definitiva dicha oren religiosa formada y guiada por la espiritualidad del beato Marcelino Champañat.

A la edad de 15 años contrae una de las enfermedades más crueles de la época: tuberculosis. Es el tiempo más duro de la guerra. Las fuerzas republicanas causan estragos en los colegios religiosos. Se vive una época de hambre y escasez de medicamentos. El colegio marista donde estudia el joven Luis Fernández queda al desamparo. Tenía alrededor de 1.000 internados y todos los días morían jóvenes de tuberculosis u otra enfermedad. Su madre sin comunicación con el seminario por la situación bélica que se vive, va en busca de su hijo y lo encuentra en gravísimo estado.



Ya en su casa de Valderas, a los cuidados de su madre, deberá soportar un período de diez años la mortal enfermedad que le dejará secuela por el resto de su vida.
PADRE LUIS FERNANDEZ. MODELO DE AMOR A LA EUCARISTIA


Nace un día 3 de Octubre de 1925 en la ciudad de Valderas, provincia de León al norte de España. Es un pueblo pequeño con no más de 3.000 habitantes dedicados en forma casi exclusiva al trabajo agropecuario

Inicia sus estudios en la Escuela Primaria de Valderas siendo su primera maestra una educadora con un nombre muy singular: doña Fe. Se destaca como el primero de a clase.

Es la época también en que su vocación mariana echa sus primeras raíces. Su madre era una mujer de mucha fe y oración, gran devota de la patrona del pueblo, la Virgen Ntra. Sra. del Socorro. Todos los días al atardecer, en la hora del Ángelus, rezaba el Santo Rosario junto al pequeño Luis.

. Este último siendo párroco en una iglesia en la zona montañosa, invitaba a su sobrino Luis a veranear, quien se sentía feliz de ayudar a diario a su tío como acólito. Contaba ya el pequeño Luis con nueve años de edad y siempre en su vida recordó a su tío con un cariño agradecido

A la edad de 15 años contrae una de las enfermedades más crueles de la época: tuberculosis. Es el tiempo más duro de la guerra. Las fuerzas republicanas causan estragos en los colegios religiosos. Se vive una época de hambre y escasez de medicamentos. El colegio marista donde estudia el joven Luis Fernández queda al desamparo. Tenía alrededor de 1.000 internados y todos los días morían jóvenes de tuberculosis u otra enfermedad. Su madre sin comunicación con el seminario por la situación bélica que se vive, va en busca de su hijo y lo encuentra en gravísimo estado.

Ya en su casa de Valderas, a los cuidados de su madre, deberá soportar un período de diez años la mortal enfermedad que le dejará secuela por el resto de su vida.



En estos diez años con diagnóstico médico casi desahuciado, sigue siendo una persona estudiosa y fiel a su vocación. Se interna nuevamente en la Congregación de los hermanos Maristas, con recomendaciones de cuidar su débil salud ante la posibilidad de una recaída.

. A los 25 años, ya casi recuperado de la enfermedad, conforme al sistema de los Hermanos Maristas de apoyo y misión a los países hispano-americanos, se le ofrece la posibilidad de viajar a Chile.
Acepta con agrado, pues siempre comentó que antes de su designación ya había puesto sus ojos “al final de la esquina del mundo”.

Pero su proyección vocacional iba mucho más allá y decide en 1964 completar sus estudios al sacerdocio. Viaja a Santiago al Seminario Pontificio cuando era rector Monseñor Carlos González Cruchaga. Entre sus compañeros de estudios se cuentan a Monseñor Cristián Prestch, al Padre Miguel Ortega. Su compañero de pieza fue el Padre Oscar Cárdenas.

Como información valiosa desu formación religiosa  incluyo ficha que conserva la Biblioteca Marista en Lerida.

Aunque la guía de los datos está en francés, es muy fácil seguir todos los procesos seguidos

por el responsable de este currículum.

Tal vez, solo los de la última columna de derecha necesitan una explicación más completa:

Debajo de donde dice "emploi"= empleo, trabajo: dice sucesivamente:

Escolástico , es decir un tiempo de formación que continúa el del Noviciado, Enseñante o Profesor, Enfermo, Ecónomo o Administrador

Cuando dejó de ser Hermano Marista, pasó a ser ordenado de sacerdote ,

pero ahí se clausuran los datos de nuestra ficha.  Información entregada por  Fr. JJ. Moral






En la ciudad de La Calera es ordenado sacerdote por Monseñor Emilio Tagle Covarrubias el día 21 de noviembre de 1966 (Fiesta de la Presentación de la Virgen).

Es enviado en 1967 como Vicario Cooperador en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Quilpué, siendo párroco Monseñor Carlos Zita, quien le encarga la atención de la abandonada Capilla del Buen Consejo del sector de El Sol, que fue atendida por los padres agustinos.

Su principal anhelo era la formación de laicos. Su gran desvelo honrar y venerar a los sacramentos. Para ello llama a reunión a un pequeño grupo de mujeres para la atención de los niños de Primera Comunión. Surgen las primeras catequistas. Luego forma otro grupo de fieles para la mantención y construcción de las obras parroquiales. Se forma así el Comité Pro-Capilla y Policlínico

En 1985 viaja a Roma, invitado a participar en un retiro espiritual que en septiembre inauguraría el Papa Juan Pablo II. Luego visita España, su familia, la tumba de sus padres y tíos. Visita Lourdes, Fátima, El Escorial, Garabandal, Ladeira, etc. Regresa a Chile a continuar su labor, pero ahora con la sotana que le acompañaría hasta su muerte.

En 1987 viaja nuevamente invitado a Roma a la audiencia pública que concede su Santidad en la Aula Pablo VI. El día miércoles 2 de septiembre logra tener un encuentro personal con el Papa y luego de presentarse solicita la bendición apostólica para su Parroquia. Recibe la bendición papal y además un manojo de rosarios que el Padre Luis posteriormente repartió a los niños de la Parroquia.

A comienzos de 1990 su salud se ve tan deteriorada que el día 28 de febrero, día de Miércoles de Cenizas, comienzo de Cuaresma, se interna en el Hospital Naval para realizarse una serie de exámenes clínicos. El diagnóstico pronto es conocido: cáncer hepático.

Al amanecer del frío domingo 20 de mayo de ese mismo año las puertas del templo se abren para los fieles que acuden a escuchar la primera Misa del día.

En su lecho de moribundo, mientras dos catequistas hacen guardia orando, el buen Padre Luis se va entregando a los brazos de la Madre, la Santísima Virgen María. Duros momentos de fortaleza e instantes de gozo y dolor. En la Parroquia a pocos minutos de las nueve de la mañana, la hora de la Misa, el sacerdote que oficiaría, se prepara para subir al altar cuando llega la triste noticia: ha fallecido el Padre Luis. Ha subido a participar del vino nuevo del Banquete del Reino de los Cielos.

Nada tendrá tanto valor como aquellas lágrimas derramadas aquel día. Lágrimas de niños que como pétalos de rosas, era la auténtica muestra del amor inmenso al sacerdote, padre, amigo, maestro que con sello indeleble marcó tantas almas para Cristo.

En estos diez años con diagnóstico médico casi desahuciado, sigue siendo una persona estudiosa y fiel a su vocación. Se interna nuevamente en la Congregación de los hermanos Maristas, con recomendaciones de cuidar su débil salud ante la posibilidad de una recaída.

SU VIAJE A CHILE.

 A los 25 años, ya casi recuperado de la enfermedad, conforme al sistema de los Hermanos Maristas de apoyo y misión a los países hispano-americanos, se le ofrece la posibilidad de viajar a Chile. Acepta con agrado, pues siempre comentó que antes de su designación ya había puesto sus ojos “al final de la esquina del mundo”.

Pero su proyección vocacional iba mucho más allá y decide en 1964 completar sus estudios al sacerdocio. Viaja a Santiago al Seminario Pontificio cuando era rector Monseñor Carlos González Cruchaga. Entre sus compañeros de estudios se cuentan a Monseñor Cristián Prestch, al Padre Miguel Ortega. Su compañero de pieza fue el Padre Oscar Cárdenas.

En la ciudad de La Calera es ordenado sacerdote por Monseñor Emilio Tagle Covarrubias el día 21 de noviembre de 1966 (Fiesta de la Presentación de la Virgen).

Es enviado en 1967 como Vicario Cooperador en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Quilpué, siendo párroco Monseñor Carlos Zita, quien le encarga la atención de la abandonada Capilla del Buen Consejo del sector de El Sol, que fue atendida por los padres agustinos.

Su principal anhelo era la formación de laicos. Su gran desvelo honrar y venerar a los sacramentos. Para ello llama a reunión a un pequeño grupo de mujeres para la atención de los niños de Primera Comunión. Surgen las primeras catequistas. Luego forma otro grupo de fieles para la mantención y construcción de las obras parroquiales. Se forma así el Comité Pro-Capilla y Policlínico

En 1985 viaja a Roma, invitado a participar en un retiro espiritual que en septiembre inauguraría el Papa Juan Pablo II. Luego visita España, su familia, la tumba de sus padres y tíos. Visita Lourdes, Fátima, El Escorial, Garabandal, Ladeira, etc. Regresa a Chile a continuar su labor, pero ahora con la sotana que le acompañaría hasta su muerte.

En 1987 viaja nuevamente invitado a Roma a la audiencia pública que concede su Santidad en la Aula Pablo VI. El día miércoles 2 de septiembre logra tener un encuentro personal con el Papa y luego de presentarse solicita la bendición apostólica para su Parroquia. Recibe la bendición papal y además un manojo de rosarios que el Padre Luis posteriormente repartió a los niños de la Parroquia.

A comienzos de 1990 su salud se ve tan deteriorada que el día 28 de febrero, día de Miércoles de Cenizas, comienzo de Cuaresma, se interna en el Hospital Naval para realizarse una serie de exámenes clínicos. El diagnóstico pronto es conocido: cáncer hepático.

Al amanecer del frío domingo 20 de mayo de ese mismo año las puertas del templo se abren para los fieles que acuden a escuchar la primera Misa del día.

En su lecho de moribundo, mientras dos catequistas hacen guardia orando, el buen Padre Luis se va entregando a los brazos de la Madre, la Santísima Virgen María. Duros momentos de fortaleza e instantes de gozo y dolor. En la Parroquia a pocos minutos de las nueve de la mañana, la hora de la Misa, el sacerdote que oficiaría, se prepara para subir al altar cuando llega la triste noticia: ha fallecido el Padre Luis. Ha subido a participar del vino nuevo del

 

Banquete del Reino de los Cielos.

Nada tendrá tanto valor como aquellas lágrimas derramadas aquel día. Lágrimas de niños que como pétalos de rosas, era la auténtica muestra del amor inmenso al sacerdote, padre, amigo, maestro que con sello indeleble marcó tantas almas para Cristo.

 

 

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