Nació el 28 de octubre de 1920 y fue ordenado el 22 de mayo de 1948
El padre Rubio fue un sacerdote muy conocido en nuestra diócesis. Fue profesor de la Universidad Católica, del Colegio Seminario, de varios colegios, entre ellos el MacKay.
OBISPO DUARTE
"Fue un hombre que se destacó por su preparación, por su inteligencia. Por su agudeza intelectual, por el apasionamiento con que él defendió siempre sus puntos de vista. Fue un hombre interesante el Padre Rubio", comenta el obispo de Valparaíso, monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar.
Recordó que el padre Rubio fue también polémico.
Según comentó, hasta el final el sacerdote mantuvo su lucidez intelectual. "Estando muy enfermo en el hospital, seguía dictando artículos para La Estrella, porque a pensar de estar físicamente mal, nunca perdió la agudeza y lucidez intelectual. Estaba muy inteligente", comenta el pastor.
SACERDOTE AMIGO
Por su parte, monseñor Jaime Da Fonseca párroco de Quilpué,
recordó que el padre Pedro Rubio, que en su vida el Padre Pedro Rubio fue profesor de la UCV, del Seminario San Rafael, del colegio MacKay, y tuvo una posición anticipada a los tiempos con relación a las comunicaciones sociales.
El sacerdote instaló un estudio de grabación en calle Juana Ross, al lado de la Parroquia Los Doce Apóstoles, que se llamaba "Salterre".
"Allí -recuerda el padre Da Fonseca- con escasos medios, pero con mucho entusiasmo comenzó a grabar radioteatros que tuvieron un gran éxito. Siempre en esas producciones, estaba presente el elemento de educación, la moral, fue en ese sentido fue muy celoso de llegar donde los demás sacerdotes no llegaban".
"En ese sentido, curiosamente, él nunca fue párroco", recuerda el religioso.
Efectivamente, en sus 53 años de sacerdote, el padre Rubio estuvo siempre en otros lugares, en la educación, la radio. "No fue periodista en el sentido de los periodistas titulados de hoy día, pero fue periodista en el sentido que siempre estuvo presente en los medios de comunicación", acota.
El padre Rubio nunca rehuyó la polémica. En una columna "Buenas Tardes", del diario La Estrella, él estuvo permanentemente planteando su posición en tema de actualidad.
CONSEJERO ESPIRITUAL
Según recuerda el párroco, el padre Rubio sintió en los últimos 20 años el llamado profundo de sentarse al confesionario y se dedicó sábados y domingos a confesar. Mucha gente encontró en él a un consejero espiritual.
Escogió la parroquia de Quilpué, Nuestra Señora del Rosario y también en la Parroquia Santa María, Madre de la Iglesia de El Sol ejerció esa labor.
"El dedicó mucho tiempo a la dirección espiritual. El domingo en la tarde, él atendía a muchas parejas y jóvenes que tenían problemas, ya sea de pareja. Es difícil hablar de una labor tan silenciosa y tan oculta a los ojos humanos, pero yo veía como él ayudaba a muchas personas en sus crisis familiares, crisis de fe", precisó el sacerdote.
LAGUNILLAS
El día lunes, el padre Rubio subía a un taxi colectivo con quien tenía un trato que lo devolvía a su casa paterna, en La Palmilla, en Lagunillas.
Esa es una propiedad de secano que le dejaron sus padres y donde él tenía su capilla, su oratorio. Ahí mantuvo su casa hasta siempre.
Desde allí, enviaba cada semana sus artículos a La Estrella.
Entre los aspectos más destacados de su paso por La Estrella, el padre Rubio escribió la Vida de María, que el diario publicó en separatas hace unos 20 años. La terminó el 8 de diciembre, en homenaje a la Virgen de Lo Vásquez.
FUNERALES
Se le revistió con sus ornamentos sacerdotales, ya que a los sacerdotes se les sepulta revestidos como para la misa
En ese momento también estaban su sobrina Diana Rubio, una ahijada que él quiso mucho y el profesor Víctor Rojas y su esposa, y las monjitas del Hospital Van Burén.
A sus exequias concurrirán tres obispos, monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar, monseñor José Manuel Santos, y el ex obispo de Temuco, monseñor Sergio Contreras.
AMIGO PERSONAL.
Tuve la oportunidad de conocer muy de cerca al padre Pedro Rubio y visitarlo frecuentemente en su parcelita de lagunillas. En sus viajes a Quilpué pasaba a mi casa y solía regalar a mis hijos harina tostada del campo fresquita que traía de Lagunillas. Solía tener largas conversaciones con él de diversos temas relativos no solo a la Iglesia. Ningún tema le era ajeno. Gran conocedor de la literatura, la filosofía, la psicología, historia universal. Conocía "al dedillo" la historia de la iglesia.. Nos trataba con cariño a quienes estábamos cerca de él. Nos decía "patroncitos" y nos invitaba a compartir siempre una buena cazuela de campo. Inolvidable las meditaciones de Viernes Santo a que siempre era invitado a la querida Parroquia de El Sol. UN SACERDOTE EXTRAORDINARIO. (Autor: Raúl Próvidel Sanhueza)